Era una tarde de sol de finales de verano, cuando el aire comienza a oler a otoño, los árboles cambian de color y los arbustos se llenan de frutos despidiendo al verano. Bajo las ramas de un majestuoso roble, oculto en lo más frondoso del monte se reunieron unos desconocidos. Uno de ellos, caballero de probada nobleza y portador de la sabiduría que sólo la edad puede dar. El segundo, un joven hidalgo, de valentía demostrada en mil batallas, y el cual, bajo su armadura esconde secretos, historias por contar y ciencias olvidadas que pudieran ser llamadas por algunos brujería.
Ellas. La primera una dama elegante, conocedora de las luces y sombras de la raza humana y sobre todo dueña de la inteligencia que va más allá del saber como tal, pues llega al corazón de los hombres. La más joven es una doncella de ojos verdes y negros cabellos, muy hermosa a ojos de los muchachos, posee la fuerza y el arrojo que sólo en la juventud se experimenta, además oculto tras esos ojos verdes guarda la compasión que sólo un buen corazón otorga. Y la última, otra doncella cuyo afán es descubrir el conocimiento, pasado y presente, tradición, ciencia y arte, el saber que jamás se alcanza por completo.
Estos cinco desconocidos hablaron bajo ese árbol hasta que el sol se escondió tras las montañas dando paso a la noche. Bajo la luz de luna, que tantos secretos ha guardado a lo largo de la historia, con un cuchillo de cazador grabaron la siguiente frase "sapere aude". Después cada uno retomó su camino, su historia y su destino. Tan sólo ellos sabían cuándo se volverían a ver.
AñaRoblón de Foldada (foldadablog) |
No hay comentarios:
Publicar un comentario