jueves, 5 de junio de 2014

Te quiero por que tu eres tu, sin más.

No entiendo la vida sin perros, da igual la forma, el color o el tamaño, son los mejores compañeros y amigos que se puede tener. Y yo he tenido la suerte de poder tener siempre perros en casa, es otra de las ventajas que ofrecen los pueblos. Cualquiera que haya tenido perros me entiende. Saben hacer compañía como nadie, se adecuan al dueño a la perfección, le entienden...y si habéis tenido la fortuna de tener perros cerca, también sabréis que cada perro es un mundo y tienen su carácter, sus manías, en fin, sus cosas, como cualquier persona, y lo más importante del todo, se les llega a querer tanto como a muchas personas  por que a fin de cuentas son uno más en nuestras vidas. Así que cuando llegan días como hoy se les llora y se les echa de menos como el gran amigo que han sido.


Hoy es un día triste. 
Hemos tenido que decir adiós al abuelo, al gruñón, al Tirito, al jubilado, al que durante mucho tiempo fue el perro pequeño, mi Cristiano Ronaldo... en definitiva mil motes y apelativos que definían al Tiro. Este post es para él. 

Era ya muy viejete, 17 años, para un perro son muchísimos, y estaba muy maluco, un tumor  y los años han sido los responsables de su deterioro.
Es ley de vida, es así, ya se sabe que los perros más de 15 años es difícil que duren...ya lo sé, pero duele. Era, es y será siempre mi perro, el que trajeron con mes y poco a casa una tarde de antes de navidad, pequeño como un pompón blanco disfrazado de pirata con su parche marrón en el ojo, el cachorro más bonito que he conocido. El perro gruñón, y arisco para los de fuera, es cierto, era así. Como también es cierto que te pegaba la cabeza en la pierna para que le acariciaras, le gustaba que le frotasen los ojos y le rascasen detrás de las orejas. Pero también el mejor en lo suyo, el mejor perro de caza que han pisado estos montes, no había pieza que no encontrará, el mejor haciendo la muestra y el mejor cobrando, por eso yo le llamaba Cristiano Ronaldo. Era el mejor en lo suyo, y lo sabía, y encima guapo.

Como buen amigo que ha sido, tengo miles de anécdotas para contar sobre él, de su carácter, de los sustos que nos dio alguna vez con accidentes de caza, de lo chulo que era de joven, de como me miraba y temblaba para que le dejase entrar en casa (y entraba siempre) podría llenar páginas y páginas.  
 Ahora nos queda el consuelo de que ya no sufre más, de que ha llevado una gran vida, y de que está con los que le antecedieron, Puskas, Derry, Mer...todos juntos tumbados a la solana del cielo, mirándonos de cuando en cuando, por que cada vez me convenzo de que los perros tienen la forma perfecta de ángeles de la guarda, enviados por Dios, con las alas escondidas.

Y a pesar de las lágrimas de hoy, y del vacío que dejan, merece la pena. Merece la pena conocerlos, hacer equipo con ellos, disfrutar con ellos, por que el dolor del final es mínimo comparado con la incontable cantidad de sonrisas que te arrancan, cómo te entienden, cómo saben estar siempre y sobre todo el don que tienen para hacer desaparecer problemas y la felicidad que aportan.

Que no os asuste tener perro por los disgustos que dan. Es muy posible que les tengamos que decir adiós, que enfermen, que se despisten...pero insisto merece la pena. Nadie nunca se va alegrar tanto de verte como tu perro, y te va a querer por que sí, por que tu eres tu, sin más.



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